Por Néstor Murray-Irizarry, historiador y gestor cultural

Introducción:

‘’Esta nueva serie de artículos sobre el contenido de algunas de las entrevistas, que realicé a un nutrido grupo de buenos miembros retirados de la Local 237, pretende dar a conocer las experiencias de muchos de sus miembros y contribuir al conocimiento general de los unionados del sacrificio llevado a cabo por muchos puertorriqueños y hermanos latinoamericanos dentro del amplio mundo de la inmigración.

Para muchos la inmigración fue como un buche de café prieto y puya, amargo y desagradable …pero luego se convirtió en caña de azúcar, dulce y agradable, refrescante como el guarapo de caña. Para otros fue como un baño de melao que le dió lo mismo quedarse allá o regresar a su país. Sin embargo, considero que el momento de la alegría para nuestros jubilados lo constituyó el regreso a la patria amada, que no es otra cosa que el sueño de volver a pasar por el corazón de la tierra que nos llama. De la tierra que nos habita  porque nosotros somos de tierra.

La primera entrevista que publicamos esta inspirada en las experiencias que tuvo en Nueva York Enrique Salgado Concepción de 63 años de edad de Vega Baja quien actualmente vive allí con su esposa, sus hijos y su hermana.


Primera entrevista de esta serie:

Enrique Salgado ConcepciónEnrique Salgado Concepción y Carmen Salgado
Vega Baja, Puerto Rico 19 de marzo de 2018
Nació: En el Fanguito, Santurce el 14 de marzo de 1955.

Padre: Mercedes (Marcelo)Salgado Silva. En ese tiempo los niños nacían en las casas y los registraban en el pueblo y un amigo de mi abuelo registró a mi padre como Mercedes en vez de. Marcelo.
Era agrícultor, nació en Toa Baja y emigró a Santurce al área metropolitana y trabajó en una base militar y duró ahí 23 años. El sabía trabajar la tierra y aquí en casa hizo un huerto y la gente le compraba. los productos que cosechaba.

Madre: Ana Concepción Salgado, nació en Toa Alta y también emigró al área metropolitana. También trabajaba la tierra. Se conocieron en Santurce, en la casa donde ella trabajaba. Vivieron muchos años en el Fanguito hasta que se mudaron a a vivir a la casa  donde hoy reside en el sector Arenales de  Vega Baja. La casa en el Fanguito era de madera que estaba hecha en unos postes enterrados en el babote o terreno resbaloso o baboso . Cuando Luis Muños Marín era gobernador de Puerto Rico, rellenaron con tosca las calles y cubrieron el babote.

Nació en el Fanguito y estuvo allí hasta los seis años que se mudaron a vivir a la parcela en Arenales. Cuando llegó a este lugar encontró un maravilloso campo donde se sembraba caña y otros frutos menores; se enamoró de un río limpio que cruzaba  la parcela. Allí no había luz ni agua. Se entretenía bañándome en el río todos los días y comiendo caña y piña, donde estuvo viviendo hasta los ocho años, momento  en que su hermana mayor decidió  casarse e invitó a su madre y a su padre a Nueva York para que la entregaran y participaran de la boda. Su hermano mayor no quería ir para allá porque en Vega Baja tenía una novia. El padre  se quedó con él y a  Enriquez lo montaron en el avión con  su madre. Fue en 1964.

¿Qué pasó cuando llegaste a Nueva York?
Olí a través del aire el cemento y no me gustaba. Me adapté. Entré a la escuela, aprendí el inglés a las malas, era molestado por otros niños porque no hablaba inglés. Tuve la suerte de hacer amistad con un afroamericano que se llamaba William, quien me defendía. En menos de seis meses aprendí inglés y me hice amigo de todos esos muchachos que se burlaban de mí. Estudié en escuela pública de la Ciudad de Nueva York. Terminé la escuela Superior y me ofrecieron una beca para seguir estudiando. En 1973 me aceptaron en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Allí estudié Ciencias Políticas, Historia y Economía. Me gradué en 1979.

¿En dónde empezaste a trabajar?
Tuve dificultades para encontrar trabajo. Estuve desempleado por más de ocho meses. Comencé a trabajar en la New York City Public Library como asistente para archivar y mover documentos de institución a institución. Trabajé en YMCA, como director de un centro comunal. Trabajé en un Centro Comunal en Harlem, dábamos almuerzo y tutoría a jóvenes después del horario regular de la escuela. El director del Centro Comunal del Condado de Manhattan, Gary Goldman me vio trabajando y me invitó a trabajar para la Ciudad de Nueva York. En 1988 comencé a trabajar como asistente de la comunidad para la Ciudad de Nueva York en el  condado de Manhattan y entré también a la Unión, a la Local 237.

¿Cuántos centros dirigías?
Yo era director de uno de los centros

¿En dónde vivías entonces?
En Manhattan, iba en guagua y en tren para llegar a mi trabajo en 45 minutos. Me levantaba bien temprano aunque mi trabajo comenzaba después de las tres. El horario era de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde pero tenía que estar disponible hasta que el programa se terminara. Oficialmente mi horario era de 3:00 de la tarde a 9:00 de la noche.

¿Descríbeme un día de trabajo?
Llegaba antes de las tres y yo preparaba mi trabajo con anticipación. Los estudiantes salían de la escuela y teníamos que  ofrecerles almuerzos y ayudarlos a hacer el trabajo escolar. Yo tenía dos personas a las que supervisaba, preparaba actividades como charlas y de recreación. Había 25 niños entre 8 y 17 años de edad. Teníamos una hora de almuerzo que lo tomábamos alternado. Me pagaban como $500 dólares quincenal. Estuve  allí dos años.

¿Qué pasó entonces?
Llegaron del Departamento de Vivienda de la Ciudad de Nueva York a buscar personal en los proyectos o caseríos, cogí el examen y me quedé a trabajar. Mi título era Housing Assistant para el condado de Manhattan en la 125 en el Barrio. Fue una experiencia bien buena aunque me pasó un incidente. Me confundieron con otra persona y me dieron un golpe y me lastimaron la quijada. Estuve más de un mes con la boca cerrada, me alimentaba con sorbeto. Gracias a la Unión me dieron el mejor tratamiento médico y los beneficios que me correspondían.

¿Qué pasó después?
Escuché que el  programa de Sección 8  estaba reclutando nuevo personal y yo estaba buscando nuevas experiencias. Así que  para finales de los ‘90 entré a trabajar ahí como inspector de los apartamentos en el Bronx. Recibí solicitudes de posibles inquilinos y de dueños de casas y anualmente hacía inspecciones.

¿Te aumentaban el sueldo?
Sí me lo aumentaban paulatinamente. Terminé ganando como 62,000 dólares anuales

¿Qué tareas realizabas en ese empleo?
Al día inspeccionaba de 20 a 25 lugares en el Bronx. Mi horario era de 8:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. Trabajé allí alrededor de  diez años. Después trabajé en la oficina Central de Housing. Era una oficina moderna, con computadoras. Venían a nosotros dueños e inquilinos a solicitar servicios, los atendíamos a través del programa Servicio al Cliente. Atendíamos cualquier tipo de asunto. Ahí estuve tres años hasta que me retiré a los 55 años.

¿Te dieron orientación?
Sí, me orientó Nancy B. True. Ella me indicó que podía retirarme con los beneficios a que tuviera derecho. Decidí regresar a vivir a Puerto Rico.

¿Qué pasó después?
Me fui a República Dominicana y ahí conocí a mi esposa.

¿Tienes hijos?
Sí un niño y una niña

¿Qué  tareas especiales realizas como jubilado?
Me dedico a arreglar la casa que me dejaron mis padres. Estoy fortaleciendo a mi familia y buscando oportunidades para unirme a gente que quiera mejorar Puerto Rico. En República Dominicana hay muchas oportunidades. Yo voy y vengo, me faltan muchas cosas por hacer.

Continuará…

[Reprint from Retiree News & Views July/August 2018]